Nadar sin manos ni piernas. Esa es la especialidad de Eugenio Franco, un experto nadador oriundo de La Cruz, más conocido como “Iquillo”, que ayer desarrolló una exhibición de destrezas acuáticas en la pileta del Club San Martín.
El deportista, de 57 años, batió su propio récord de una hora de flotación con manos y pies atados a la espalda. “Iquillo” se transformó en una boya humana que a lo largo de 65 años levitó en la superficie de las frías aguas del San Martín. “Quise venir a batir mi propio récord personal en Corrientes capital para ser asistido por mi amigo Juan Carlos Meza, que es buzo profesional”, explicó “El hijo del río”, como también es conocido en su pueblo natal.
El eximio nadador -que además es padre de un reconocido atleta de la Prefectura- desarrolló también demostraciones de los distintos etilos que creó a lo largo de su carrera, todos caracterizados por las ataduras que inhiben distintos movimientos del cuerpo.
Así, tras cumplir exactamente la hora y cinco minutos con brazos y piernas sujetos por una cuerda, “Iquillo” desplegó sus especialidades más conocidas durante la hora siguiente. Niños y jóvenes nadadores formaron rueda para observar, por ejemplo, su habilidad para nadar con las manos amarradas a la espalda y, luego, con las manos atadas y vendadas sobre el pecho.
Eugenio Franco, dueño de un físico privilegiado, se desplazó dibujando ondas, zambulló y se detuvo para quedar suspendido en forma vertical cuantas veces quiso, bajo la atenta vigilancia de su amigo Juan Carlos Meza, un buzo profesional de Prefectura que se encargó de atar las extremidades de su amigo y de controlar el cronómetro.
“Iquillo” no usó más equipamiento que los convencionales para cualquier nadador: las antiparras y el gorro, además de los tapones para los oídos, aunque al principio debió apelar a un chaleco de neopreno para mitigar los efectos de la baja temperatura. “El agua estaba fría y como durante la primera hora floté maneado por completo, sin movimientos, me protegí para evitar el enfriamiento”, explicó.
Este nadador de La Cruz, nacido y criado a orillas del río Uruguay, comenzó a competir a los 16 años en una carrera de aguas abiertas, en representación del club Sportivo Palermo. Desde entonces, protagonizó todo tipo de proezas como unir a nado distintas ciudades y llegó a la cúspide de su especialidad en 1980, cuando marcó el récord mundial de permanencia atado de pies y manos en el puerto de Posadas, donde flotó 58 horas.
EL LITORAL preguntó al término de la prueba realizada ayer si había conocido al famosísimo Luis “Mojarrita” Agüero. No sólo eso, “fuimos amigos e hicimos algunas cosas juntos en otros tiempos”, destacó “Iquillo”, digno sucesor del fallecido nadador de Laguna Brava.